Viacrucis 1967
El Cenáculo de Marinilla 1949 - 1978 acuarela sobre
papel 54 x 76 - Museo de Arte Moderno La Tertulia
Cali - 1956-1986
Inmaculada de Pasto 1982 oleo 105 x 71
Carlos Correa también iba a realizar una obra que testificara las luchas del Pueblo. Sin embargo, su interpretación de este momento histórico tomó en él un
matiz diferente del de Pedro Nel y Débora Arango, puesto que en acuarelas
como La Maternidad Blanca, El Rapto, ambas de 1934 y Tríptico de las Fuerzas Vitales de 1938, se percibe
una intención simbolista que más adelante depuraría de todo elemento político.
Con Carlos Correa, en
la Escuela de Acuarelistas se pone de presente una actitud frente a
la realidad, inédita hasta entonces. Su simbolismo, su tendencia mística y la
consideración de la pintura como un hecho no solamente visual sino sobre todo
intelectual, Humanista y Social. "El arte de Correa no es un arte de simple
percepción, sino de elaboración mental, de honda premeditación, y ello lo
distingue y lo separa, porque en sus pinturas no existe la interpretación de la
vida cotidiana y costumbrista, ni el paisaje topográfico. ¿Será entonces un
pintor simbolista? Es de creer que a ello habrá llegado por temperamento, no
por academia"
Jesús
Alberto Misas reconocido autor y crítico de arte afirma: "En Carlos Correa todo lo Simbólico es completamente estático, tiende hacia lo inmutable, como la imagen
frontal de un faraón del Valle de los Reyes, o como la estampa de Salomé en las
pinturas de Gustave Moreau. Por todo ello, las formas y las pinturas de Correa
aparecen tensionadas. A sus figuras humanas se les ve, de pronto, como si
estuviesen en una larga sala de espera; no hay rostros afables"(46).
Jesús Alberto Misas señala: "Su Paisaje, a diferencia
del tradicional, está a mitad de camino entre lo visto y lo imaginado, como
cuando en su Paisaje Fantástico nos muestra una montaña abrupta dentro del
espacio cerrado de un comedor de una casa cualquiera". A propósito, Misas añade:
"El Paisaje de Correa no es para contemplarlo en soledad amena', como diría el
clásico. Es para meditarlo y también para observar cómo, mediante un proceso
psíquico, lo fantasmagórico se aproxima a la realidad, quedándose todo ello
como detenido en un instante preciso, lo que constituye el estilo inconfundible
del artista"(47).
Otro aspecto de su obra se manifiesta
en el misticismo, acerca del cual afirma el mismo crítico: "Correa tiene arranques Místicos, es cierto, pero de un misticismo agónico, en el sentido una munesco
del término. Nos bastaría recordar sus pinturas de vitrales, para iluminar
negras figuras de frailes dominicos, y las pinturas de monjas, que reciben el
resplandor de la luz coloreada por el tamiz del vidrio. Un sentimiento místico
unifica sus te mas. Recordamos un gran cuadro en donde ha pintado un gran grupo
de monjes que cantan maitines en medio de un voraz incendio"(48).
46 Jesús Alberto Misas 'Carlos Correa, el Pintor', en Catálogo Invatex Carlos Correa Muestra pictórica Medellin Editorial Colina s f pág 147 Ibíd., pág. 2
48 ídem