Naturaleza en silencio. Texto de Carlos Arturo Fernández, profesor de Artes de la
Universidad de Antioquia y miembro del Consejo de Curaduría del Museo de Zea, para Vivir en El Poblado ed. 359. Aunque en el
desarrollo de la representación de la calle sea una realidad más lejana,
en el plano de la percepción se convierte en el elemento primordial.
Desde 1941,
el pintor Carlos Correa, protagonizó los que han sido, los escándalos más intensos de la historia del arte en Colombia, en el marco
del I, II y del III Salón Nacional de Artistas. El centro del debate fue
ocupado por la obra Anunciación, que fue sucesivamente premiada, descalificada,
exaltada, criticada como sacrílega y expulsada, en medio de diatribas que
impidieron comprender mejor los demás trabajos presentados por el artista.
Naturaleza en Silencio, un óleo sobre lienzo de 1.50 por 1.30 cms., realizado en 1942,
mereció, junto a la debatida Anunciación, entonces presentada con el título de
Desnudo, el Primer premio en pintura en el III Salón Nacional, en ese año. Y
contra las circunstancias de su primera aparición, el cuadro, como su nombre lo
anuncia, se impone a partir del silencio, por sus condiciones visuales.
Es evidente que
Carlos Correa no quiso reducir esta obra a la presentación de una naturaleza
muerta tradicional, como podría sugerir el primer plano. Instrumentos
musicales, frutas, botellas y hasta la calavera de animal recuerdan los
bodegones clásicos, con sus símbolos de vida y muerte consolidados a lo largo
de la historia del arte.
Correa, en oposición
a lo habitual, ubica estos elementos contra un ventanal abierto a la ciudad, no
en un ambiente cerrado sobre el arte mismo, y con ello logra crear toda la
fuerza visual y simbólica de su obra.
Desde una perspectiva visual, el cuadro nos
enfrenta con una serie de puntos de vista y de espacios diferentes: el primer
plano del bodegón, la estructura geométrica de la ventana que, casi paralela
con el borde superior, crea una violenta diagonal que separa el interior del
exterior y, sobre todo, el espacio externo, estructurado a partir de diagonales
contrapuestas a las del ventanal.
Y dentro de esos
contrastes, quizá lo fundamental es la luminosidad de la calle, lograda a
partir de colores puros, intensamente cálidos, rojos y amarillos, que, por eso
mismo, se nos imponen: aunque en el desarrollo de la representación la de la
calle sea una realidad más lejana, en el plano de la percepción se convierte en
el elemento primordial.
Y justamente en esa
divergencia entre representación y percepción se afirma el potencial simbólico
y significativo de la obra. Esta Naturaleza en Silencio de Carlos Correa,
abierta a un paisaje de casas modernas y corrientes, grita que el arte no puede
encerrarse sobre sí mismo, que no se basta ni se justifica por sus puros juegos
formales, y que su único sentido y validez se descubre en la vinculación con la
vida real, la vida vivida del hombre concreto y actual. En este sentido, la
obra de Correa logra una fuerza política inusitada.
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Faraute. Hasta la obra de Carlos Correa, la pintura se limitaba a obras religiosas, retratos, paisajes, retratos. Carlos Correa primer artista de lo Urbano, Humanista, Social. Cada obra de Correa es una provocación a pensar, lo que es muy ..... complicado!