Carlos Correa nace en 1912. Estudió música y dibujo en el Instituto de
Bellas Artes con los maestros Luis Eduardo Vieco y Humberto Chávez. Recibió
clases con Pedro Nel Gómez. En 1944 hizo parte del 'Grupo los
Independientes', caracterizado por la irreverencia, apertura conceptual y por la
búsqueda de una identidad americana y nacional.
La carrera artística de
Carlos Correa estuvo marcada por un recurrente afán analítico, pues buena parte
de su obra fue suprimida por él mismo; este método puede entenderse como un
gesto de protesta contra lo establecido, actitud que en algunas de sus obras se
hace patente.
Su universo temático es muy
amplio: asuntos religiosos que enfatizan lo místico y simbólico, obras
inspiradas en las luchas y movimientos obreros; la riqueza plástica y
conceptual de la escultura y mitología precolombinas, carnavales, entierros,
paisajes de ensueño. Con igual intensidad es artista asumió otros géneros como
el retrato y el bodegón.
Además de la pintura
produjo obras en cerámica y grabado, técnicas que le permitieron diversificar
sus intereses plásticos. Los procedimientos del aguafuerte, la punta seca y el
buril en láminas de Cobre fueron los elegidos para sus series Las Trece Pesadillas y El Mundo es Libre, cada con 13 temáticas diferentes de
actualidad aun hoy, en las que erige una crítica mordaz a instituciones,
acontecimientos y personalidades de la vida nacional e internacional del
momento en que fueron producidas. Por Juan Camilo Rojas Gómez.
Carlos Correa vivió
gran parte de su vida en CALI y murió en 1985.
¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!
El programa Detrás
de la obra busca examinar con detalle determinadas piezas de la
colección en cobre. Destacamos algunos de los grabados de las series en las que
Carlos Correa expresó su posición crítica frente a prácticas, instituciones,
personalidades y hechos políticos relativos a la historia mundial y nacional a
mediados del siglo XX.
-La 1ra. Entre 1952 y 1954, fue
denominada Las Trece Pesadillas.
-La 2da. De 1958 a 1960, ejecutó El Mundo es Libre.
-Una 3ra serie, Martirologio, en 1980, compuesta por 3 grabados
dedicados al “Che” Guevara, Salvador Allende y Camilo Torres, en homenaje a
quienes el artista consideraba forjadores de importante cambios políticos y
sociales en América Latina.
En Las Trece
Pesadillas y El mundo es Libre, de las cuales
se han seleccionado los grabados aquí exhibidos, se advierten la sátira y la
denuncia social, consecuentes con su pensamiento humanista y su visión del arte
como una práctica que debe comprometerse evidenciando los problemas de la
sociedad contemporánea. De igual modo, sus convicciones políticas Humanistas y
Sociales lo llevaron a interesarse por la crítica del sistema capitalista, al
imperialismo y la iglesia, entre otras instituciones reaccionarias, a las que
veía como causantes de las injusticias y vicios de su época.
En su cuaderno de notas,
Correo consignó las motivaciones de cada grabado, y de ese modo podemos
profundizar en su intención de señalar las irregularidades que a sus ojos
promovían el gobierno, el intervencionismo de los USA, la cúpula militar y
eclesiástica y demás poderes, mientras el país y las masas se sumergían en la
ignorancia y las consecuencias de la guerra, la pobreza y la corrupción.
Los contenidos de los
grabados aluden a esas instituciones, y a prácticas como el racismo y el
fanatismo religioso. Otros se relacionan con acontecimientos puntuales como el
asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, la dictadura del general Rojas
Pinilla, la perdida de Panamá y la Matanza de las Bananeras, hechos que
desestabilizaron la legitimidad del estado. Libertinajes y
Desorden 1958-1960, en clara alusión a una
inversión de los valores proclamados en el escudo nacional, parece resumir el
caos generado por estos hechos.
Las imágenes El rebuzno a
Competencia, El Buen Vecino y Mane, Thecel, Phares, todas de 1958-1960, hacen patente su
posición frente al panorama internacional poco después de la terminación de la
segunda guerra mundial. La tensión geopolítica, surgida por el enfrentamiento
entre el bloque comunista de oriente y el capitalismo occidental, hacía
peligrar la soberanía de las naciones, reflejando la amenaza de la guerra. Este
enfrentamiento entre radicalismos políticos, que hoy confronta a otros
protagonistas, sigue vigente en nuestros días.
En estas obras, a la guerra
y la política se sumó la religión como elemento estructurante del desorden de
la nación: su poder institucional, lejos del misticismo que el propio Correa
exploró personalmente, la convertía en ejemplo de egoísmo y decadencia. El
sentido del grabado ¡Sálvese quien pueda! 1958-1960, referido a “la ineficacia y crisis en que agoniza el Mundo y la religión de nuestros días”, bien puede extenderse a la actitud del resto de
la dirigencia del país, que desde el gobierno y las instituciones del estado
vulneraban al obrero, al campesino, al estudiante, quienes emergían como
fuerzas sociales y sujetos de derecho.
Estos temas fueron más bien
ajenos a la obra pictórica de Correa, y fue la práctica del grabado la que
privilegió para abordarlos. Siguiendo una tradición artísticos en la que se
destaca Francisco de Goya con Los caprichos y Los
desastres de la guerra, Correa aprovechó las ventajas que ofrece el grabado
en términos de reproductibilidad, dado que de una misma plancha se pueden
obtener múltiples copias. A unos mensajes cargados de denuncia política y
social debía garantizarse la posibilidad de amplia difusión que el grabado
permite.
Esta condición permitió que en 2005 el Museo de Zea pudiera realizar una nueva impresión, a partir de las planchas originales que conserva el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia, para de este modo divulgar una obra cuya actualidad es indiscutible. Hoy la presentamos a nuestro público, esperando propiciar reflexión de un pasado que en muchos sentidos se prolonga en el presente. Catalina Pérez Builes, Coordinadora de colecciones, Museo de Zea.
Esta condición permitió que en 2005 el Museo de Zea pudiera realizar una nueva impresión, a partir de las planchas originales que conserva el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia, para de este modo divulgar una obra cuya actualidad es indiscutible. Hoy la presentamos a nuestro público, esperando propiciar reflexión de un pasado que en muchos sentidos se prolonga en el presente. Catalina Pérez Builes, Coordinadora de colecciones, Museo de Zea.